Hablar de Pau Donés es hablar del soundtrack de mi vida profesional a inicios del 2000, cuando todavía me encontraba en Perú.
Pero quiero centrarme en el año 2004, momento en que ya estaba trabajando en la compañía audiovisual SONOVISO en Cajamarca. Había asumido la dirección del área. Una particularidad de la empresa era que siempre contábamos con un voluntario alemán. Este voluntario era seleccionado entre muchos candidatos, llegaba por un año y debía tener experiencia tanto en video como en tecnología. Además, la convivencia era muy cercana porque compartíamos el mismo departamento.
Por aquella época, la canción «BONITO» sonaba en todas las radios, y yo tenía la discografía completa de Jarabe de Palo en mi oficina. Aparte de trabajar en proyectos para diferentes clientes, también teníamos un programa de televisión que fue muy bien aceptado por el público y se emitía en un canal local.
Aquel proyecto nos llevó a conocer a muchos artistas de la ciudad. Pero el motivo de esta historia es que las oficinas de Sonoviso ocupaban el primer y segundo piso del edificio. El tercer piso era un departamento de cuatro habitaciones que los dueños rentaban a otros alemanes que llegaban como voluntarios a escuelas especiales de la ciudad.
Era normal que las reuniones se realizaran en el departamento o en la azotea durante las noches y fines de semana. Incluso, algunos domingos usábamos la azotea para desayunar. Entre las alemanas que llegaron ese año estaba Katty, quien rápidamente se adaptó a la vida de Cajamarca y al poco tiempo ya tenía un enamorado.
Jarabe de Palo se convirtió en su banda favorita y era habitual ver a Katty escuchando sus discos. Era una chica muy alta y guapa, con el cabello completamente rubio natural. Venía de una familia acomodada, pero siempre fue de bajo perfil y estaba sonriente. Recuerdo que aquel grupo de alemanes fue el más increíble; pasamos muchos momentos juntos.
Sin embargo, su voluntariado era solo por un año. Al cumplirse su estadía, debían regresar a sus países. Era 2004 y la manera de seguir en comunicación era a través de Messenger de Hotmail.com. Recuerdo despedirme de Katty y de las demás alemanas con un fuerte abrazo y un nudo en la garganta, rememorando todo lo vivido ese año. Ella se llevó consigo a Alemania todos sus discos de Jarabe de Palo.
Seguimos en comunicación por Messenger, y cuando yo ya me encontraba en los EE. UU., una noche coincidimos en línea.
—Me cogí a Pau Donés de Jarabe de Palo —me dijo riéndose, como una niña que cuenta una travesura a su amigo.
—¿Y cómo pasó? —pregunté sorprendido por la confesión. Pensé que ella había viajado a España y aprovechado la ocasión para ir al concierto, pero no fue así. Jarabe de Palo estaba de gira en Alemania y decidió pasar por la ciudad donde ella vivía.
Katty fue al concierto junto a una amiga y estuvieron en primera fila. Me imagino que cantó todas las canciones y, conociendo lo guapa que es, estoy seguro de que al final del concierto Pau la invitó a su camerino. El resto de la historia ya lo sabemos.
Conforme fueron pasando los años, el Messenger se desactualizó, llegaron las redes sociales con Facebook a la cabeza y perdí el contacto con Katty. No obstante, en 2014, Jarabe de Palo anunció una gira para este lado de los EE. UU.
En total tuvieron tres conciertos en la zona, pero fue en 2017 cuando Pau Donés publicó su libro: «50 palos y sigo viviendo», luego de sobrevivir al cáncer que padecía.
Compré el libro antes de su tercera llegada a Dallas. Una de las particularidades es que en el libro, Pau Donés también contaba la historia del encuentro con mi amiga Katty, sin cambiar su nombre: usó el real. Por fin me enteraba de primera mano cómo había sucedido el encuentro.
Me hubiera gustado comentarle a Pau, al finalizar su concierto en Dallas, que soy amigo de la chica a quien recordó en su libro tras su visita a Alemania. Sin embargo, por circunstancias ajenas, solo pudo firmarme el libro, pero no pude estar presente, a diferencia de las dos veces anteriores donde sí logré tomarme una foto con él.
Lo más triste es que, pasados unos meses de su última visita a Dallas, el cáncer regresó con más fuerza y Pau no pudo resistir. Nos abandonó, pero nos dejó muchas canciones para recordarlo siempre.