La historia de Blendtec es un ejemplo perfecto de cómo la creatividad y una comprensión profunda de la «Moneda Social» y las «Historias» (dos de los principios de contagio de Jonah Berger) pueden salvar una empresa al borde del abismo, incluso con un presupuesto de marketing mínimo.
A mediados de los 2000, Blendtec, una empresa que fabricaba licuadoras de alta gama, estaba en una situación desesperada. Sus licuadoras eran potentes y duraderas, sí, pero su principal mercado era el comercial, y la gente común simplemente no las conocía. El presupuesto para publicidad tradicional era prácticamente inexistente, y la bancarrota parecía inevitable. Necesitaban desesperadamente una forma de mostrarle al mundo lo que sus máquinas eran capaces de hacer, pero sin los grandes gastos de marketing que otras empresas se podían permitir.
Fue entonces cuando Tom Dickson, el fundador de Blendtec, tuvo una idea audaz y un poco descabellada. Con un presupuesto ridículamente bajo (apenas unos 50 dólares por video para los objetos a licuar y cero para la producción), Dickson comenzó a grabar una serie de videos para YouTube llamada «Will It Blend?» (¿Se licuará esto?).
En estos videos, Dickson, con su bata de laboratorio y una sonrisa pícara, tomaba objetos cotidianos, pero inesperados y a menudo costosos, como un iPhone, un palo de golf, una pelota de béisbol, un rastrillo, o incluso latas de refresco, y los colocaba en su licuadora. La pregunta era siempre la misma: ¿se licuaría? Lo que seguía era el sonido atronador de la licuadora moliendo el objeto hasta convertirlo en polvo o diminutos fragmentos. Al final, Dickson miraba a la cámara con una expresión de triunfo y decía su famosa frase: «¡Fumo para respirar!» (en referencia al humo que a veces salía de la licuadora) o «¡Lo hiciste bien!».
Estos videos no eran pulcros ni tenían una alta producción, pero eran genuinos, divertidos y, lo más importante, sorprendentes. La gente no podía creer lo que veían. Los iPhones eran caros y la idea de triturarlos era impensable para la mayoría, lo que generaba una fascinación morbosa y un gran asombro. La simplicidad y la excentricidad de Dickson, el «loco que licúa cosas», hicieron que los videos se convirtieran en historias que la gente quería contar y compartir.
El resultado fue una explosión de viralidad. Los videos de «Will It Blend?» se compartieron millones de veces, aparecieron en noticieros y programas de televisión, y convirtieron a Blendtec en un nombre familiar. La gente no solo hablaba de los videos, sino de la increíble resistencia de las licuadoras Blendtec.
Gracias a esta estrategia de marketing de guerrilla, Blendtec pasó de la quiebra a ver un aumento del 700% en las ventas en solo un año. Demostraron que no necesitas un gran presupuesto para la publicidad si tienes una idea que la gente quiera compartir, una historia que la gente quiera contar, y un producto que demuestre su valía de la forma más sorprendente posible.